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Ensanchar la vida

Mi experiencia se llama Babel. También Kontu.

Sucedieron en el mismo tiempo, con 3 años de distancia.

Fueron 2 vidas que llegaron a mi vida en el momento preciso. Y que se fueron decidida y espontáneamente.

La sensación física de perder un hijo es lo más parecido a un desgarro del suelo que te sostiene. No es una sensación fácil de vivir. Sin embargo sucede. Casi siempre con un sentido que la parte de nuestra mente que se ocupa de ir a comprar el pan no suele comprender. Y sin embargo es en el momento más cotidiano cuando sucede que una puede integrarlo un poco más, respirar ésa sensación de desamparo y conectar con la sensación de que la vida es más de lo que parece.

No es fácil aceptar la muerte, más hace crecer nuestra vida.

Algunas vidas viven vidas tan cortas que apenas parece un sueño, más son reales, como la vida misma que las alberga.

En el mismo momento en que decidimos que abriremos lugar para una nueva vida, un proceso de transformación empieza a suceder. Es un camino en el que no hay vuelta atrás: desde el mismo momento en que sientes que eres madre, lo eres. En el momento en que sientes que eres padre, lo eres. Es algo que te sucede dentro, en tu emoción, en tu psique, en tu manera de estar en el mundo, no hay certificado de nacimiento que pueda darte saber quién eres y de qué modo las experiencias que vives dejan huellas en tu vida.

Cada tanto tu organismo puede recordar la huella del paso de ése ser por tu cuerpo. A veces duele, y requiere llanto porque la tristeza también serena el alma. A veces requiere alegría porque el impulso vital nos lleva a eso, a darle vida a la vida. Y requiere gratitud, pues las vidas y las muertes siempre vienen cargadas de sabiduría. Y después de haber contado con la presencia de otro ser en tu interior, tu vida se hace más ancha.

Hay una palabra muy importante para comprender lo que sucede cuando sucede un embarazo, dure el tiempo que dure. Es el microquimerismo.

Microquimerismo es un fenómeno que explica que existe una migración de células embrionarias al cuerpo de la madre a través de la placenta. Esto quiere decir que en el cuerpo de una mujer viven células del cuerpo que ha sido gestado en ella.

Los hijos que gestamos siguen siendo parte de nosotras. Y hasta dónde te pueda llevar esta idea… es tu derecho materno.

Así como la concepción requiere un tiempo, también lo requiere la pérdida. Perder un hijo es un proceso. Dejar de estar embarazada precisa las condiciones adecuadas para que la experiencia pueda ser vivida, comprendida e integrada. Permitir que sea un proceso fisiológico –sin apresurarlo si no hay necesidad médica- significa que nuestras hormonas nos llevarán de un estado al otro de una manera progresiva, y nuestro cuerpo y nuestra mente se adapatarán naturalmente a lo que sucede. El tiempo es importante. Darse el tiempo para hacer la despedida, atreverse a soltar aunque sientas que pierdes el suelo, darse cuenta de cuántas expectativas tenías y aprender de la experiencia de vivir en presente; cada instante de un embarazo es un milagro que merece ser vivido en plenitud, incluso durante la pérdida.

Una despedida puede estar llena de amor. La vida tiene motivos que nuestra mente que se encarga de comprar el pan no comprende, y es en cualquier momento cotidiano, en el silencio profundo de tu alma, que puedes darte cuenta de que la vida es más de lo que parece.

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